Hoy se cumple un año desde que corrí mi primera ultra trail. Quise escribir mi crónica entonces, pero entre unas cosas y otras, se quedó en el cajón del olvido. Aprovechando que se cumple un año de aquella experiencia voy a contarla como la viví aquel día.
Son las 2.45 de la madrugada, pero no hay forma de seguir durmiendo. Tras varios infructuosos intentos, desisto y me pongo un rato a meditar.
Desayuno un buen bol de leche de coco con avena, germen de trigo y pasas, un plátano, unos frutos secos y un té verde con miel. En menos de 2 horas salen las guaguas de la organización para llevarnos a los corredores a la salida en Fontanales. Una última visita al baño y directo a por el bus. Es poco menos de una hora de trayecto, así que aprovecho para descansar un rato.
Tras el maratón de Valencia en noviembre, decidí correr mi primera ultratrail. Esta primera ultra podía hacerla cerca de Valencia, pero el mejor sitio para estrenarme no podía ser otro que mi tierra: Gran Canaria.
Las Islas Canarias son un archipiélago con una climatología envidiable. Debido a su situación latitudinal y a la proximidad del anticiclón de las Azores, el archipiélago se ve afectado casi todo el año por los vientos Alisios. Estos vientos al subir por las laderas de la isla se condensan y se van cargando de humedad, produciendo un efecto muy bonito y particular conocido como “mar de nubes”. El mar de nubes, además de suavizar durante todo el año las temperaturas, estratifica la vegetación en función de su altitud, permitiéndonos tener ecosistemas muy variados en toda la isla y ser uno de los lugares con mayores especies endémicas del mundo.
Llegamos a Fontanales y ya van desapareciendo los nervios. Siempre me ocurre. Las ganas de empezar son enormes y durante la espera hasta que dan la salida, inevitablemente recuerdo los meses que llevo soñando con este día.
A las 7.11 se da la salida de la Transgrancanaria Advanced. Nos esperan 82km de trail con 4300m de desnivel positivo por una isla de gran belleza y contrastes.
Los primeros kilómetros extremo la precaución. El terreno está muy resbaladizo y no quiero dar al traste con todas mis ilusiones. Además cae una finísima lluvia. Durante estos primeros kilómetros coincido con Carolina. Una antigua compañera de colegio. Es increíble poder encontrarnos 20 años después, justamente inmersos en una ultra. Hago unos cuantos kilómetros con ella entre risas y cachondeo pero sin perder la concentración que el terreno resbala y mucho.
Tan pronto como el terreno lo permite intento correr a un ritmo más vivo y llegamos a Teror. Primer punto de control y primer avituallamiento donde me paro y recargo líquido y aprovecho para comer un poco. Todo va según lo esperado, pero sólo llevo 14 km. Ahora nos espera la subida del Talayón. Una subida especialmente dura, donde ascendemos 1100 m positivos en poco más de 10 km, así que me lo tomo con calma.
Durante la subida, la bruma es importante y poco a poco la humedad va calando en el cuerpo, por lo que si te duermes subiendo empiezas a notar el frío. No obstante el paisaje es precioso y el frondoso sotobosque está lleno de helechos que te empapan las piernas al pasar.
Llegamos a la Cruz de Tejeda, siguiente punto de control. Llevo unos 5 minutos de retraso con los tiempos estimados para llegar en 13 horas, por lo que todo va según lo previsto. Como un poco y empiezo a bajar con ganas.
En estos momentos me encuentro pletórico. Me voy viniendo arriba y después de un rato bajando y adelantando gente, de la forma más absurda, me tropiezo y me voy al suelo. La caída ha sido gorda, pero apenas se han girado los dos corredores que me preceden para ver si estaba bien, y ya me encontraba arriba de nuevo. El percance me ocasiona sólo un corte en un dedo de la mano y sangre en la rodilla, pero a simple vista parece que todo está bien. Por la torta que me he dado podía haber sido muchísimo peor porque me fui literalmente de bruces. Confío en que al enfriarme con el paso de las horas, no aparezcan otras molestias. Así sigo a lo mío a buen ritmo y llegamos al avituallamiento del pueblo de Tejeda.
Llevamos ya 29km y un desnivel positivo de 1950m. La climatología en esta parte de la isla es completamente diferente. Empiezan a verse los pinares de pino canario. Ahora tenemos un sol de justicia y los manguitos me sobran. Aprovecho para tomarme un vaso de caldo, rellenar los softflask de agua e isotónico y comer un poco de fruta. Vemos el Roque Nublo imponente mientras nos acercamos a la Culata y vamos subiendo a ritmo tranquilo hasta llegar a él. Ahora empiezo a acusar el cansancio. Llevo sólo algo más de 30 km y me siento sin fuerzas. Una pájara buena. Con lo bien que me encontraba hace unos minutos y de repente me cuesta muchísimo subir. El calor aprieta, o al menos a mi me lo parece. Intento pensar en los amigos que me voy a encontrar en el avituallamiento del Garañón donde hemos quedado para vernos. Esto hace que saque fuerzas de donde en ese momento parecen ya no existir.
Recuerdo una frase que leí que ahora entiendo a la perfección, aunque no esperaba que tan pronto.
“Si comienzas a sentirte bien en una ultra trail no te preocupes, ya pasará.” – Gene Thibeault
Me encuentro a los pies del Roque Nublo, altar de mi tierra amada y lírica piedra lunar de los grancanarios. Para nosotros, es mucho más que un simple Roque. Es nuestro símbolo.
Es un momento mágico que me conecta con un montón de pateos, excursiones e incluso de escaladas de hace 20 años. Cuando uno vive lejos de sus orígenes, estas cosas te ponen la piel de gallina y son demasiados recuerdos que sumados a un momento grande de debilidad física me lleva a comerme las lágrimas. En la base del Roque Nublo tenemos otro punto de control. Un pequeño esfuerzo de unos 3km y estaré en mitad de carrera, podré parar a descansar un poco, comer algo y lo más importante, ver a los amigos que han venido a verme. Necesito ese chute de energía para remontar el vuelo.
Llego al Garañón. Son 40km de carrera y 3200m de desnivel positivo ya. Al llegar mi sorpresa es mayúscula al verme a los amigos con las familias al completo. Los niños me animan y me siento a comer.
La verdad que no me entra nada. Me dan un bocata, pero me cuesta mucho comerlo. Además estoy más pendiente de ellos que de mi mismo. Me siento un privilegiado en estos momentos rodeado de todos. La parada se alarga más de lo recomendable, pero es que me sentía en deuda con ellos después del despliegue que han hecho, así que 20 minutos después arranco con la moral bien cargada y empiezo a subir al pico de las Nieves. Es una subida muy cortita pero con mucha pendiente. Además es el punto más alto de la carrera y de la isla (1950 m), por lo que a partir de ese momento tocará bajar el 90% del tiempo.
Son las 13h49 y la carrera empieza ahora. Empieza la bajada y me pongo a pensar en lo bien que me ha sentado ese rato con mis amigos, pero con remordimientos por las pocas calorías que tomé. Sin darle más importancia me lanzo a bajar concentrado.
Son casi 10Km donde bajamos 1200 m y llegaré al próximo avituallamiento en Tunte. Cuando enfilo el camino de la Plata me vienen a la cabeza recuerdos de pateos pasados por esos caminos. Ahora si que me encuentro genial. Voy bajando y adelantando gente. Llego a Tunte habiendo adelantado a más de una docena de corredores y me voy viniendo arriba. La verdad que desde la pájara que no miraba los tiempos que manejaba para bajar de 13 horas, pero ahora veo que si sigo a esa marcha será perfectamente alcanzable.
Salgo de Tunte y subimos la degollada de la manzanilla. Son 4 km con +325m de desnivel. En ese punto volvemos a bajar hasta el avituallamiento de Ayagaures. Son 7km donde bajamos 900m. Bajo a tumba abierta y experimento unas sensaciones bajando como nunca antes había sentido. Muy concentrado sigo adelantando gente y llego al avituallamiento de Ayagaures. Aprovecho para beber un poco de Coca Cola. Es algo que no bebo nunca, pero la verdad que necesito beber algo distinto porque ni el isotónico ni el agua me apetecen ahora.
He hecho ya 64km por lo que quedan 18 y estaré en meta. Un último esfuerzo. Aquí el terreno es mucho más árido. Cardones, tabaibas y verodes rodean el camino. Un ecosistema más a añadir a una carrera de continuos contrastes. Tras otros 3km de subida con poco desnivel, bajamos al barranco de los vicentillos. Este tramo lo hice unos días antes de la carrera y son 6,5km de barranco lleno de cantos rodados que machacan mucho las piernas, pero no es hasta que empiezo a transitarlo hoy, con 68 km en las piernas, cuando me doy cuenta de la gran tortura china en que se convierten. Una parte que pensaba hacer trotando cómodamente me obliga a caminar mucho, del dolor de pies que tengo.
Al final salgo del barranco y vuelvo a trotar, aunque ahora me he enfriado y me cuesta retomar la marcha. Poco a poco voy corriendo y llego al último avituallamiento a sólo 3,5 km de meta. Miro el reloj y veo que no sólo llego por debajo de 13 horas sino que por poco podría haber bajado de 12.
Al final llego a meta y allí me encuentro a mis amigos nuevamente. Estoy pletórico, viviendo un momento que ya había soñado despierto muchas veces. El esfuerzo de estos meses se convierte en realidad. Después de 12 horas y 13 minutos soy finisher de mi primera ultra. Lo mejor es la sensación y el disfrute con que me quedo, que me ayuda a vislumbrar que esta será sólo la primera de muchas.
Cuando corres una ultra experimentas un cóctel de sensaciones a lo largo de toda la prueba que es difícil de describir. Por momentos, te sientes en una nube con la moral a tope, como en cuestión de minutos pasas a toparte de frente con todos tus fantasmas. El esfuerzo físico es muy importante, pero es esa montaña rusa emocional que sufres lo que la convierte en una prueba diferente.
Quiero dar las gracias por ese día a todos los amigos que subieron a apoyarme al Garañón, y a los que me recibieron en meta. Sin duda, convirtieron el día, en algo más especial aún si cabe. Por supuesto no me quiero olvidar de Vanessa, mi apoyo incondicional siempre, aguantando mis ausencias estoicamente para poder hacer yo los entrenamientos.
Que gran experiencia, gracias por compartirla. Un abrazo!
Gracias Guti. Lo que no se comparte se pierde. Un abrazo
Sin duda el verbo Lograr es sinónimo d felicidad
Y el d sentir, ?y el d COMPARTIR ? Yo creo q hasta Jesus Cuando dijo tomar y comer q este es mi cuerpo ,, s refería al hecho d compartir